A todos nos encanta una buena historia de ‘David contra Goliat’ en los negocios. Ver a los pequeños emprendedores vencer a los grandes conglomerados es una fuente de inspiración. Sin embargo, hay sectores donde esto parece imposible y la industria de la computación en la nube parece ser uno de esos. Amazon, Microsoft y Google han creado una especie de oligopolio y hoy en día representan alrededor de dos terceras partes de la facturación.
Una de las principales barreras de entrada al negocio de la nube son sus altos costos de inversión. Construir la infraestructura para almacenar y mantener los servidores en lugares seguros cuesta mucho dinero. Además, este tipo de apuestas suele tardar mucho para dar frutos.
Los tres gigantes tecnológicos gastaron en el primer trimestre más de 53 mil millones de dólares en servicios de nube, según cifras de Synergy Research Group. Esto representa el 65 por ciento de todo lo que se ha invertido en la industria en ese periodo.
Además, el crecimiento de las empresas en la nube ha sido exponencial. En los últimos años ha reportado un crecimiento del 30 por ciento de manera constante. Claro, esto no viene de la nada. Por ejemplo, Amazon afirma que lleva más de 15 años invirtiendo constantemente en el sector y ahora es cuando está viendo resultados.
Luego tenemos a las pequeñas empresas que quieren dejar su huella. No sólo están enfrentando problemas para recaudar fondos, sino que también tienen una gran desventaja porque los consumidores buscan sobre todo un sistema confiable. En ese sentido, los grandes nombres de las tecnológicas representan mucho peso.
Este panorama representa grandes desafíos para los reguladores. Por un lado, existen los riesgos tradicionales de los monopolios donde los consumidores se ven obligados a aguantar un mal servicio que, encima de todo, es caro. La otra alerta gira en torno a la protección de datos. El mundo está cada vez más sensibilizado al uso de información personal y las consecuencias que pueden traer. Convertirse en el principal guardián de la data puede convertirse en un arma de doble filo.
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