Si ya has participado en la organización de la boda de algún amigo o familiar te habrás dado cuenta que no es nada barato y que exige mucho tiempo y organización.
Por donde lo veas, todo implica un gasto. Es dinero real que se va en detalles que probablemente no tenías considerados. Por eso, muchas parejas se preguntan si vale la pena gastar tanto en una fiesta: gastar el ahorro de meses o años en un solo día. El costo de oportunidad es enorme: ese dinero puede gastarse en la liquidación de tus deudas, en el pago inicial de una hipoteca o incluso en una inversión inicial que asegure una mejor calidad de vida en el futuro.
Al final, es una decisión que deberán tomar todas las parejas. ¿Hacer o no hacer una boda? En caso de que la respuesta sea sí, hay que decidir cuál va a ser el presupuesto.
Antes de hacer eso, la pareja deberá poner sus prioridades financieras en orden y hacer una lista de objetivos financieros de corto, mediano y largo plazo. A partir de esa lista, se puede hacer una proyección de ingresos y gastos que permita esbozar los rasgos generales del presupuesto para la boda.
No suena nada romántico, pero es una tarea que todas las parejas próximas a casarse están obligadas a hacer.
Si tienes tiempo y el matrimonio puede esperar, tienes una gran ventaja. Existen un sinnúmero de instrumentos financieros de bajo riesgo al que puedes hacer capitalizaciones periódicas hasta un plazo determinado. El fondo para tu boda soñada puede, al menos, proteger tu dinero de la inflación.