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“No sé cuántas pandemias ha vivido Stan”

Staff e-Vector
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Muchos creen que con el confinamiento la productividad laboral bajó por el simple hecho de no estar en una oficina 8 o más horas entre semana. Pero de hecho, durante la primera etapa del confinamiento, la productividad subió.

Luego de las declaraciones del multimillonario Stanley Druckenmiller, el presidente de la FED, James Bullard, apoyó las decisiones tomadas por el Banco Central.

 “No sé cuántas pandemias ha vivido Stan, estas no aparecen con tanta frecuencia. Creo que la respuesta fue realmente buena tanto en el aspecto fiscal como monetario”, afirmó.

¿Quién revisará las “horas nalga”?

La regla es simple: “El trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine”. 

Se llama la Ley de Parkinson y aunque fue expuesta en 1957 por el británico Cyril Parkinson, es tan vigente como el café en las mañanas. Sobre todo, ahora con el home office.

Y es que, de acuerdo a un estudio realizado por e-conolight, el 60% de los encuestados se ha echado al menos una siesta durante horas laborales; el 77% ha usado el tiempo de alguna junta para comprar online, y el 41%, incuso ha tenido sexo al menos una vez durante su jornada de trabajo. 

Pero al final de cuentas, la productividad de las empresas no bajó, de hecho, durante la primera etapa del confinamiento, hasta subió.

Datos de la encuesta Nueva normalidad, nuevas formas de trabajo hecha por la consultora PwC México, revelaron que cerca de 58% de los encuestados afirmó que su productividad aumentó durante el confinamiento.

Porque, todos sabemos que a lo que el británico Cyril se refería con su ley es a lo que conocemos como “horas nalga” y que en las oficinas presenciales debíamos cumplir con pena de recibir la mirada incriminatoria de los jefes.

Así, posponíamos los pendientes y prolongábamos las tareas si no teníamos nada más que hacer en el día, para llegar a la meta de las 8 horas sentados.

Phil Coggan, columnista sobre gestión y trabajo en The Economist argumenta que antes de la pandemia gran parte de nuestro comportamiento estaba impulsado por el hecho de que en cualquier organización había un jefe observando.

 «Sabemos que tenemos que mostrarle a nuestro jefe que estamos ocupados, así que hemos desarrollado a lo largo de años estrategias —como mirar los documentos, hacer llamadas telefónicas, etc.— para llenar el tiempo”, detalla en una entrevista para la BBC.

El asunto es que, durante el confinamiento dejamos de ser observados, pero no necesariamente dejamos de ser productivos… lo cual, seguramente tiene muy preocupados a los jefes, porque ahora, ¿quién revisará las “horas nalga”?

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