Poco se puede esperar de unos juegos que, de entrada, viven en el pasado.
Tokio 2020 se realiza un año después de lo que su nombre indica y el costo de hacerlos está resultando casi tan caro como el de suspenderlos.
Toshihiro Nagahama, economista del Instituto de Investigación de Vida Dai-Ichi, calculó que la cancelación del evento deportivo habría causado una pérdida económica directa de alrededor de 12 mil 900 millones de dólares.
Sin embargo, debido al estado de emergencia sanitaria el gobierno japonés tuvo que tomar la decisión de realizar los Juegos sin público en las gradas.
Por si fuera poco, tampoco pudieron recibir turistas extranjeros para el evento.
Todo eso costará aún más de lo presupuestado.
Al principio, los japoneses habían calculado un presupuesto de poco más de 7 mil millones de dólares.
Conforme avanzaba el tiempo y, lejos de resolverse, la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 empeoró, el pronóstico de gasto subió a 15 mil 400 millones de dólares.
Pero a esas cuentas hubo que sumarle casi 3 mil millones debido al retraso de un año.
El primer ministro de Japón, Yoshihide Suga, había apostado todo a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Antes de la pandemia, el Comité Organizador esperaba una derrama económica de más de 20 mil millones de dólares.
Spoiler: no va a pasar.
Y para agregarle complejidad al asunto, Takahide Kiuchi, economista del Nomura Research Institute Ltd., advirtió que el daño económico podría terminar siendo mucho mayor si, aún con todas las restricciones, estos Juegos desencadenen otro pico en los contagios de Covid-19.
De acuerdo a varias encuestas, el 86% de los japoneses temen una nueva ola o una nueva variante del Covid durante el evento.
Así que parece que, aunque en su nombre Tokio 2020 viva en el pasado, los efectos de lo que suceda ahí, seguramente se verán en el futuro.
