El terremoto que sacudió la ciudad de México y distintos puntos del país, el 19 de septiembre de este año impactó a los mercados financieros en el país de manera diferente al que ocurrió en 1985.
La Bolsa Mexicana de Valores estaba en plena operación cuando ocurrió el temblor de 7.1 grados, que afectó a la capital del país y a otros estados, por lo que se suspendió la sesión en el piso de remates y el tipo de cambio subió a 17.84 pesos por dólar.
En muchos sentidos, la catástrofe humanitaria es equiparable al terremoto de 1985. Pese a que la magnitud es distinta, se reproducen imágenes de rescastistas y muestras de solidaridad que evocan la sensación vivida hace 32 años. Sin embargo, en el terreno de los mercados financieros, aún es incierto el efecto que pueda tener el temblor. En 1985, el terremoto se inició horas antes de que iniciará la sesión. El piso de remates se mantuvo en pie, pero las operaciones no se reanudaron hasta el 23 de septiembre.
El terremoto no provocó la caída de acciones y al reiniciar operaciones el lunes posterior al sismo del jueves, el índice registró una ganancia de 1.9 por ciento. Durante el mes de septiembre, el avance fue de 7.5 por ciento.
Pese a la situación de inestabilidad de ese año, la Bolsa se estaba convirtiendo en una de las opciones de inversión más populares. Personas que antes rechazaban invertir en acciones o en fondos de inversión, se acercaron a las casas de bolsa atraídas por los rendimientos. En el año del temblor, la ganancia del índice fue de 177 por ciento.
La fuerza de la naturaleza es tan poderosa que en un día puede provocar grandes afectaciones a la sociedad, por eso los inversionistas necesitan un aliado que oriente y ayude a proteger la inversión cuando las catástrofes hacen su aparición porque si algo es cierto, es que un terremoto no se puede predecir.