Hace unos días Mark Zuckerberg, director general de META, presumió en Internet los avances que ha conseguido en los últimos años invirtiendo miles de millones de dólares en el metaverso. Entre la nueva tecnología, que todavía no está lista para ser comercializada, destacan unas gafas de realidad virtual capaces de mostrar píxeles tan pequeños que no los puede detectar el ojo humano. También han conseguido ampliar tanto el punto de enfoque que pueden simular que estás sentado en frente de una pantalla gigante como nunca antes se ha visto.
La promesa detrás de esta tecnología es que en un futuro no muy lejano haremos gran parte de nuestra vida en la nueva versión de Internet que coloquialmente llamamos metaverso. Esto incluye poder construir oficinas virtuales que permitan trabajar desde casa, pero cerca de nuestros compañeros. Algo así como una llamada de Zoom inmersiva que conecte a personas que pueden estar en cualquier lugar del planeta.
Sin embargo, hay un gran problema más allá de si se pueden comercializar estos productos de realidad virtual. Un estudio realizado por la Universidad de Coburg en Alemania advierte que trabajar en el metaverso puede representar problemas de salud para las personas. De manera concreta, señala que genera mayores niveles de estrés y puede llegar a provocar migrañas. También existe otro factor que lo hace poco rentable: trabajar en el metaverso disminuye la productividad de los equipos laborales.
Para llegar a estas conclusiones los investigadores reunieron a un equipo de 16 personas y los pusieron a trabajar en realidad virtual durante una semana. Al final, todos coincidieron que se sentían más frustrados y con mayor carga de tareas que cuando asistían de manera presencial a la oficina.
Los defensores del metaverso argumentan que esto es un indicador de que es necesario afinar la tecnología y no de abandonar la idea de la oficina virtual. No obstante, los hallazgos de la Universidad de Coburg hacen eco a los problemas que han surgido con el ‘home office’.
Durante los periodos de restricción de la pandemia aumentaron los niveles de estrés y agotamiento de los trabajadores. Esto se debió principalmente a que aumentó la carga y tiempo de trabajo, mientras que el aislamiento social eliminó las tradicionales válvulas de escape de las oficinas. En otras palabras, trabajar desde casa eliminó la barrera entre la vida personal y la laboral y actualmente la mayoría de las empresas siguen sin atender este tipo de problemas.