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¿Quién ganó con el T-MEC? Trump

Staff e-Vector
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¿Quién ganó con el T-MEC? Donald Trump. No sólo es una victoria política doméstica, sino que el nuevo tratado comercial para América del Norte no evita que la Casa Blanca pueda seguir utilizando la amenaza de aranceles discrecionales para avanzar objetivos políticos.

Donald Trump dice que el T-MEC “es el mejor acuerdo comercial en la historia”. El Instituto Peterson de Economía Internacional, el think tank pro libre comercio de mayor prestigio en Estados Unidos, no está de acuerdo. 

Un análisis elaborado por Mary E. Lovely y Jeffrey Schott, investigadores del PIIE, concluye que, en relación al status quo (las reglas del juego establecidas en el TLCAN), el T-MEC representa una pérdida neta en términos económicos para México, Estados Unidos y Canadá. 

La crítica esencial del think tank es que el T-MEC no impide que el presidente de Estados Unidos pueda usar su amplia autoridad ejecutiva en materia de libre comercio para presionar a sus socios con tarifas transaccionales. Paul Krugman, Premio Nobel de Economía 2008 (galardonado por su trabajo en comercio internacional), argumenta que el uso de aranceles para avanzar objetivos políticos nunca había sido utilizado de una manera tan agresiva hasta que Trump llegó a la Casa Blanca. Esta administración, sostiene, ha explotado una provisión legal (sección 232) para extorsionar a los aliados y socios comerciales de Estados Unidos. 

A pesar de que el T-MEC representa un signo de certidumbre para los actores económicos que operan en América del Norte, el tratado no tiene herramientas legales para disuadir al gobierno estadounidense de implementar tarifas de manera discrecional. 

El PIIE describe el T-MEC con una analogía: México y Canadá compraron un seguro, pagando una prima costosa, para evitar un evento catastrófico, la derogación absoluta del TLCAN. 

El gobierno mexicano no tenía opción: la economía nacional depende en gran medida de la actividad económica en Estados Unidos. México envía el 80% de sus exportaciones al mercado americano y el sector externo representa el área de mayor productividad y dinamismo de la economía mexicana. En el 2019, el volumen de la actividad comercial entre México y Estados Unidos fue de 567 mil millones de dólares, de acuerdo a cifras del Departamento de Comercio americano. 

El T-MEC es el primer acuerdo comercial de esta magnitud en ser firmado luego de que la administración de Donald Trump derogó el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés). El TPP era considerado el resumen del multilateralismo y la globalización; el producto final de tres décadas de liberalización financiera y comercial a nivel mundial. Este acuerdo representa la antítesis de la nueva narrativa de política comercial en Occidente. 

En ese sentido, el T-MEC podría ser considerado como el primer acuerdo comercial de la nueva generación de instituciones internacionales que sitúan consideraciones políticas domésticas a la par de los intereses económicos de los llamados “ganadores del libre comercio”. Esto ha quedado patente en las modificaciones laborales, ambientales y de contenido regional (particularmente en el sector automotriz y siderúrgico) del tratado. 

En consecuencia, el consenso de analistas refiere que los efectos del T-MEC no se concretarán de inmediato, sino en el mediano y el largo plazo.

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