En la era del High Frequency Trading y los algoritmos impulsados por software de Inteligencia Artificial, quedan pocas leyendas en Wall Street. Hasta hace poco, Bill Gross era una de ellas.
El cofundador de PIMCO, la firma de administración de activos de renta fija más grande del mundo, entró a la lista de multimillonarios de Forbes (con una fortuna estimada de 1.5 mil millones de dólares) bajo la etiqueta de self-made.
Sin embargo, el auge y caída de su carrera va más allá de una historia personal. Ésta es, en todo caso, una exhibición patente de cómo ha cambiado la industria y los mercados financieros en la última década.
Bill Gross llegó a ser considerado “el rey de los bonos”. El título vino después de décadas de rendimientos sorprendentes que capitalizaron un mercado alcista que duró décadas en los activos de renta fija. Las palabras de Gross influían en el mercado; los inversionistas tomaban sus consejos de manera literal. El respaldo de sus declaraciones estaba en los números de sus fondos y en un salario de 200 millones de dólares al año.
Pero todo acabó con el cambio de dinámica de los mercados posterior a la crisis global de 2008, aún y cuando Gross fue uno de los inversionistas que predijo y capitalizó la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos.
La política monetaria no convencional, el auge de los fondos de inversión pasiva y la automatización de las operaciones en los mercados financieros terminaron con la magia y los rendimientos de Gross. En el 2014, tuvo que dejar la dirección de PIMCO en un polémico y escandaloso divorcio público. Fue recibido en un fondo menor, Jauns Henderson, pero el año pasado los inversionistas que se mantuvieron fieles a Gross perdieron dinero. Finalmente, anunció su retiro en febrero del 2019.
Desde el punto de vista de Gross, el activismo de los principales bancos centrales, cuyo objetivo implícito es el de mantener la estabilidad financiera global, ha terminado con la relación riesgo-recompensa de la economía de mercado. Su caída es la de toda una generación de inversionistas tradicionales que no supieron adaptarse a las nuevas condiciones de Wall Street.
A pesar de que es dueño de un Picasso de 35 millones de dólares, Gross, no es el típico multimillonario que heredó y mantuvo ganancias de capital intergeneracionales. Este ex veterano de la marina oriundo de Ohio, que estudió en la Universidad de Duke y ha sido diagnosticado con síndrome de Asperger, fundó una pequeña compañía en 1974 que llegó a administrar 2 billones de dólares en activos.
Aunque es muy temprano para hacer una reflexión sobre su legado, lo cierto es que el nombre de Bill Gross es una advertencia para el inversionista del siglo XXI de que el mundo ya cambió.