La empresa inmobiliaria de espacios compartidos de trabajo prometía revolucionar al mercado, pero ha tenido que declararse en bancarrota tras luchar por ser rentable durante más de una década
El mes es enero de 2019. Todavía falta un año para que la pandemia de COVID-19 comience a tener un impacto en todo el mundo y WeWork acaba de alcanzar su máximo histórico de valoración con 47 mil millones de dólares.
La empresa que buscaba crear la oficina del futuro no pudo sobrevivir a la verdadera revolución laboral que trajo consigo el confinamiento del coronavirus con el teletrabajo. Aunque siempre tuvo críticos que dudaron de su modelo de negocio, la emergencia sanitaria aceleró la caída de este gigante quien hace unas semanas se declaró en bancarrota en Estados Unidos y Canadá tras perder más del 99 por ciento de su valor en Bolsa. Al día de hoy acumula más de 100 mil acreedores entre los que destaca US Bank Trust con una deuda de más de 180 millones de dólares.
WeWork fue fundada en 2010 por el excéntrico empresario isrealí Adam Neumann y el estadounidense Miguel McKelvey. Empezaron con un espacio de oficinas en Nueva York que abrió sus puertas por primera vez en abril de 2011. A partir de ese momento registró un crecimiento meteórico.
A pesar de tener pérdidas millonarias desde el inicio, la empresa se dedicó a abrir nuevos espacios de oficina por todo el mundo. Captaba recursos a través de rondas de financiación privadas y llegó a ser comparada con las grandes startups de Silicon Valley. El único problema es que, a diferencia de las grandes tecnológicas, WeWork no estaba basada en un producto nuevo, sino en el tradicional negocio inmobiliario.
Tras conseguir su valoración histórica de 47 mil millones de dólares, la compañía se dispuso a salir a Bolsa. Sin embargo, la información preliminar de sus cuentas y modelo de negocio no convencieron al mercado quien consideró que estaba sobrevalorada.
Otra preocupación de los inversionistas era el mismo fundador y entonces CEO, Adam Neumann, quien se había ganado fama por sus excesos y fiestas. Además, se le acusó de hacer negocios a expensas de WeWork al estar vinculado con empresas que se beneficiaban al rentar sus inmuebles.
De tal modo, la salida a Bolsa tuvo que suspenderse y Softbank, quien se había convertido en el mayor inversionista al inyectar 10 mil millones de dólares a la empresa, despidió a Neumann (quien recibió una compensación millonaria a cambio). Tras una reestructuración que incluyó el despido de 2 mil 400 empleados en todo el mundo, WeWork lanzó su Oferta Pública Inicial en octubre de 2021, pero ya era demasiado tarde.
Muchas de las oficinas que tenía a su disposición WeWork no volvieron a utilizarse después de la pandemia ante el auge del teletrabajo. En 2020 reportó pérdidas de 3 mil 129 millones de dólares, en 2021 fueron 4 mil 439 millones y en 2022 otros 2 mil 034 millones. Incluso en el primer semestre de este 2023 registró pérdidas de 613 millones de dólares, un 39 por ciento menos que el mismo periodo del año pasado, pero lejos de ser suficiente para detener la caída.
La declaración de bancarrota de WeWork sólo aplica para sus negocios en Estados Unidos y Canadá, por lo que en el resto de sus locaciones la historia puede todavía ser diferente. El grupo tiene espacios para oficinas en 660 inmuebles en 37 países. Además, hay quienes todavía creen en su modelo de negocio. Principalmente se encuentra Adam Neumann quien aprovechó la quiebra de WeWork para lanzar un mensaje a sus críticos:
“Como cofundador de WeWork que pasó una década construyendo el negocio con un increíble equipo de personas impulsadas por la misión, la declaración de bancarrota de la compañía es decepcionante. Ha sido un reto para mí observar desde la barrera, desde 2019, como WeWork no ha sabido aprovechar un producto que hoy es más relevante que nunca. Creo que, con la estrategia y el equipo adecuados, una reorganización permitirá a WeWork emerger con éxito”.