Sí, Pemex es la petrolera más endeudada del mundo. El balance general de la compañía exhibe una deuda financiera de más de 106 mil millones de dólares, y otros 64 mil millones comprometidos en pensiones de trabajadores. No podría ser de otra manera: la compañía paga el 88% de utilidad operativa en impuestos y derechos. Eso, argumentan las calificadoras, es la principal razón por la que la empresa más importante del país no está invirtiendo lo suficiente para reponer sus
decrecientes reservas petroleras.
El gobierno federal entiende que esto no sólo representa un riesgo para la segunda mayor fuente de ingresos de la Hacienda federal, sino que tiene el potencial de contaminar el perfil crediticio de la deuda soberana mexicana. Es decir, la viabilidad financiera de Pemex pone en entredicho el esfuerzo de estabilidad macroeconómica que costó décadas construir.Arturo Herrera lo tiene claro. En la última semana, el secretario de Hacienda anunció, en un lapso de tres días, una serie de agresivas medidas para evitar que las agencias crediticias bajen la calificación de deuda de Pemex, pese a que Fitch ya le retiró el grado de inversión a los bonos de la petrolera.
La primer acción por parte del Gobierno para fortalecer la estabilidad financiera de Pemex, fue la reestructuración de 5 mil millones de dólares y nueva emisión a plazos de 7, 10 y 30 años para refinanciar la deuda soberana de corto plazo. La Secretaría de Hacienda argumenta que el escenario global de caídas en las tasas de interés representó una oportunidad para realizar esta operación en coordinación con JP Morgan, Goldman Sachs, Bank of America y Citigroup.Pemex deberá cumplir compromisos financieros por 14.6 mil millones de dólares en los próximos doce meses y de 42 mil millones de dólares de aquí a junio del 2023.
En este contexto, la empresa paraestatal anunció que compraría 14.7 mil millones de dólares de su propia deuda soberana para aliviar pasivos de mediano plazo. Se trata de una de las operaciones de mercado abierto más relevantes de la compañía en los últimos años.
Esta segunda medida de reacción fue bien recibida por los mercados financieros, pero no se ganó el favor completo de las agencias calificadoras, que se mantienen escépticas.
La tercer acción ejercida por la Secretaría de Hacienda fue la asignación de cerca de 10 mil millones de dólares en estímulos para la petrolera. El equipo de Arturo Herrera anunció 1.3 mil millones de dólares en un primer tramo de inyección de capital, 1.5 mil millones de dólares en exenciones fiscales, 1.8 mil millones de dólares y un día después, otros 5 mil millones de dólares en un segundo tramo de inyección de capital.
A pesar de ello, Fitch publicó un documento de análisis en el que calificó esta intervención del gobierno federal como un “apoyo moderado”. De hecho, Hacienda reconoce las limitaciones de estas acciones. Con la finalidad de no contaminar el resto de la deuda soberana, esta semana, el subsecretario Gabriel Yorio declaró que no habrá una garantía explícita de respaldo a los bonos de la petrolera.
El subsecretario de la Secretaría de Hacienda, Gabriel Yorio, aseguró que se ayudará a Pemex ya que es “el principal activo del gobierno”. También dijo que “en esta administración se ha demostrado que realmente estamos atrás de Pemex y más que estarles quitando dinero, le estamos dando recursos para que puedan invertir”.
Dentro y fuera del gobierno, el consenso es que Pemex enfrenta una coyuntura de emergencia. La pregunta es: ¿qué más puede hacerse?