De entrada guarda tus ánimos porque es muy pronto para saberlo. Ahí te va porqué. Para catalogar a un país en recesión técnica este debe registrar contracciones en su Producto Interno Bruto (PIB) durante, por lo menos, dos trimestres consecutivos.
El caso mexicano va por ahí. De enero a marzo el PIB se contrajo 0.2% en comparación con los tres meses previos. Por lo tanto si en lo transcurrido de abril a junio se registra una segunda contracción, ahora sí, podríamos estar hablando de una recesión técnica.
La noticia de que una recesión técnica se avecina surgió porque el Bank of America Merrill Lynch (BofA-ML), a través de sus modelos económicos, definieron que las expectativas para el segundo trimestre del año son negativas. Es decir, aseguran que el PIB, por segunda ocasión, se va a contraer.
Sin embargo según Expansión, será hasta el 23 de agosto cuando el INEGI difunda la información oficial sobre el PIB de abril a junio. Y ahora sí, tendremos la certeza de asegurar (o no) la recesión técnica.
Pero, ¿qué implica una recesión técnica?
En primera instancia una recesión no es lo mismo que una crisis económica. La primera (como ya te contamos) se refiere al debilitamiento del PIB. Esto se traduce en reducción de empleo, malos resultados en los niveles de precios, el consumo interno, la capacidad de pago y la baja del nivel de producción.
En cambio, hablar de crisis es más grave porque ya se trata de una pérdida en el ritmo del crecimiento económico. Esto genera una desestabilidad financiera y alteraciones a nivel macro y microeconómico. Es decir, es un problema mucho más complejo.
Como ya te imaginarás es más fácil recuperarse de una recesión que de una crisis. Ya que de la recesión salimos a través de cambios en el manejo del gasto público.
Por lo tanto que (todavía) no cunda el pánico. Ya que será hasta agosto cuando se defina el tema.
