01. Trabaja y ahorra
Oseola McCarty
Oseola McCarty nació en Mississippi en 1908.
La crió su madre sola por lo que desde muy pequeña la vio trabajar arduamente para mantenerla.
A Oseola le asustaba quedarse sola y para no tener que hacerlo, cuando regresaba de la escuela iba a casa de sus vecinos y les lavaba y planchaba la ropa.
Todo el dinero que ganaba, lo ahorraba.
Cuando tuvo suficiente dinero como para abrir una caja de ahorro, fue al Primer Banco Nacional de Mississippi y lo depositó.
Pronto tuvo que abandonar la escuela para cuidar a una tía, pero siguió trabajando y ahorrando.
Con el paso de los años, sus ahorros crecieron y se multiplicaron.
Cuando su tía y su madre murieron, le dejaron una pequeña herencia… ¿qué hizo con ella? Así es, la metió al banco para sumar a sus ahorros.
Toda su vida, Oseola lavó a mano con agua hervida y almidón. Y toda su vida ahorró.
Una mañana, cuando ya los años le cobraban factura, la mujer afrodescendiente fue al banco y preguntó cuánto tenía en ahorros.
Eran 280 mil dólares.
Donó 150 mil a la Universidad del Sur de Misisipi con el mandato de crear un programa de becas para jóvenes afrodescendientes de bajos recursos; repartió entre sus tres sobrinos una cifra cercana a los 100 mil, y lo demás se lo dio a la iglesia a la que asistía.
“A veces trabajé sin parar durante dos o tres días. Tenía metas. Eso me motivó y pude presionar mucho. El trabajo es una bendición. El trabajo duro da sentido a la vida. Si quieres sentirte orgulloso de ti mismo, debes hacer cosas de las que puedas estar orgulloso”, dijo Oseola en una entrevista cuando saltó a la fama por su donación.
02. Aprovecha los atajos
Nathalie Molina
En diciembre de 1996, como todos los años, Nathalie Molina, una joven hija de inmigrantes ecuatorianos viajó de Estados Unidos a Bogotá, en donde vive la familia de sus padres.
Allá, la joven estudiante tuvo un accidente en moto que cambió su vida para siempre.
Regresó a Estados Unidos y quiso vender la moto para comprar un Jeep.
Como el dinero que recibió no le alcanzó para pagar por su auto le propuso al dueño del pequeño patio de vehículos desarrollar una página web completa.
El resultado fue tan bueno que comenzaron a recomendarla y un año después ya tenía su propia empresa, Web Meridians.
Tenía 20 empleados y desarrollaba webs para firmas como Weather Channel.
Ahora, Nathalie es directora ejecutiva y fundadora de BRAVA Investments, una compañía que invierte en empresas cuyo objetivo sea impulsar bienes, servicios o iniciativas para el desarrollo femenino.
La idea de la empresaria surgió cuando se dio cuenta de que las mujeres, especialmente latinas y afroamericanas, necesitaban de financiamiento para impulsar sus diferentes emprendimientos.
También es cofundadora de Entrepreneurs Athena en el Centro Athena para Estudios de Liderazgo de Barnard College en la Universidad de Columbia y lanzó su primera startup tecnológica a los 20 años.
Desde entonces su visión ha sido la de ofrecer trucos y alternativas a las mujeres para superar los obstáculos y tener éxito en los negocios.
Su libro Leapfrog es calificado como la biblia de las mujeres que quieren iniciar un negocio.
“¿Piensas que el factor más crítico para convertirse en un gran empresario es la determinación, la toma de riesgos o las habilidades técnicas?
Piensa otra vez.
A pesar de lo que diga cualquier otro libro de negocios, los datos históricos muestran que los verdaderos ingredientes secretos para salir adelante en los negocios son ser rico, blanco y hombre”.
Hasta ahora.
Leapfrog es para empresarias que están hartas de los consejos de status quo, es para mujeres que se atreven a arriesgarse, a tomar acción.
Con una franqueza refrescante e ingeniosa, Nathalie comparte sus mejores secretos para lograr el éxito.
Ella les llama pequeños saltos, escapatorias inteligentes y atajos para burlar los obstáculos aparentemente insalvables a los que se enfrentan las mujeres que quieren emprender.