A diferencia de los bonos y acciones, las divisas digitales no cuentan con un activo subyacente. Por eso, la estimación del valor de Bitcoin o Ethereum depende en gran medida del volumen de operación.
El interés por las criptomonedas regresó al radar de los inversionistas. El precio de Bitcoin ha crecido más de 109% en lo que va del año, de acuerdo a datos de Bloomberg.
El hecho de que la criptodivisa con el valor de capitalización de mercado más alto se haya duplicado no es algo menor. Ésta es la primer gran racha ganadora de Bitcoin desde que alcanzó un precio máximo de 19,783 dólares en diciembre de 2017 y se desplomó de manera estrepitosa en los meses posteriores, hasta caer a un nivel de 3,454 dólares en enero de 2019.
A diferencia de las acciones y los bonos soberanos, es muy difícil encontrar el valor subyacente de una moneda digital. En el caso de la renta variable, los estados financieros auditados son una guía verificable para tomar decisiones de inversión. Lo mismo sucede con la renta fija soberana, en la que el mercado asigna una prima de riesgo en función del cuadro macroeconómico, que incluye variables como inflación, crecimiento, balanza de pagos, estructura de inversión-
consumo, tasa de interés de referencia y reservas internacionales del banco central.
Las criptodivisas no cuentan con una variable subyacente que pueda ser analizada por el inversionista. Bitcoin no es más que el pago por el proceso computacional que deriva de un registro distribuido con reglas inamovibles. En ese sentido, el valor de una divisa digital en el mercado secundario se basa en gran medida en percepciones arbitrarias de confianza y expectativa de precio futuro. Por ello, el volumen juega un papel importante en la determinación del valor de este activo, según argumenta un estudio de Bitwise Asset Management.
Un reporte que realizó la agencia de noticias de criptomonedas The Blockmencontró que una cuarta parte del tráfico dirigido a centros de intercambio de
divisas digitales se encuentra en Estados Unidos. Japón es el segundo mayor generador de tráfico, con un 10% del volumen total. Le siguen Corea del Sur, con 6.5%, e Indonesia con 4.5%. México está en el lugar 37, lo que valida una de las conclusiones del estudio: la fuerte correlación entre el tráfico de criptodivisas y el nivel de renta per cápita de un país.
Sin embargo, estas cifras son parciales. No deben tomarse de manera literal. Bitwise Asset Management considera que gran parte del tráfico se produce en China e India, países que están en la posición seis y siete en la generación de tráfico, respectivamente. La razón por la que aparecen en una posición más baja de la que deberían obedece, según el sitio Cointelegraph, a que tanto Beijing como Nueva Delhi han implementado políticas para bloquear el acceso a centro
de intercambio de criptodivisas, de modo que los usuarios han migrado a modelos VPN (redes privadas virtuales, por sus siglas en inglés).
Los bancos centrales aún se mantienen cautos respecto a la utilización de criptodivisas de manera generalizada. El Banco de México, por ejemplo, argumenta que el proceso de regulación de este tipo de activos está apenas en su etapa inicial de aprendizaje. El año pasado, el Banco de Pagos Internacionales publicó un estudio sobre divisas digitales en el que concluye lo siguiente: el consenso descentralizado de la tecnología de registro distribuido es frágil, las
criptomonedas en sí mismas no resuelven un problema concreto y las transacciones son lentas y costosas. En pocas palabras, tengan cuidado.