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Banxico tiene las cosas bajo control

Staff e-Vector
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El balance de riesgos de la economía mexicana se ha deteriorado. Sin embargo, la inflación no aparece como uno de los factores de disrupción. La capacidad del banco central para responder a una crisis, tampoco.

Al interior del Banco de México la pregunta esencial de política monetaria no es si debe reducirse o no la tasa de interés de referencia, sino en qué magnitud.

La Junta de Gobierno del banco central ha arribado a la conclusión de que la inflación no ocupa un lugar prioritario en el conjunto de factores de riesgo que los analistas citan como la nueva normalidad de la economía mexicana.

La prueba fehaciente de ello es que el Banco de México se ha integrado de manera similar a lo que NBF Economics & Strategy denomina como el ciclo de laxitud monetaria mejor sincronizado de la última década, en el que dos tercios de los bancos centrales a nivel global están recortando los tipos de interés de referencia o implementando programas heterodoxos de compras de activos.
 
En la más reciente reunión de política monetaria, la Junta de Gobierno de Banco de México decidió recortar la tasa de interés de referencia en 25 puntos base a 7.5%. Se trata de la tercera reducción consecutiva y, de acuerdo a la comunicación oficial, abre la puerta a nuevas medidas de estímulo monetario para el 2020.

Las condiciones macroeconómicas más visibles sugieren que el camino tomado por el banco central mexicano era ineludible: el balance de riesgos para el crecimiento continúa sesgado a la baja y la medida de inflación utilizada por Banxico se encuentra dentro del rango objetivo.

La decisión de bajar los tipos de interés fue unánime. El disenso estuvo en la magnitud: dos miembros de la Junta de Gobierno pedían una reducción de la tasa de referencia de 50 puntos base. El consenso de analistas especula que esa habría sido la posición de los subgobernadores Jonathan Heath y Gerardo Esquivel, los dos banqueros centrales designados por el presidente de México.

Esta postura se habría intensificado por la reanudación del programa de flexibilización cuantitativa de la Reserva Federal de Estados Unidos. Datos oficiales muestran que la política monetaria heterodoxa de compra de activos ha revertido, en dos meses, el 40% de la reducción de la hoja de balance consolidada por el banco central americano en los últimos dos años.
 
En esos términos, es factible argumentar que la postura relativa de política monetaria entre México y Estados Unidos se mantiene estable. Esta condición se ha vuelto una de las máximas no escritas de la tecnocracia responsable de la política económica en México al menos desde que el banco central obtuvo su autonomía constitucional.
 
En pocas palabras, Banco de México parece tener las cosas bajo control.

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