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Ya no hay holgura

Rodolfo Navarrete - Director de Análisis y Estrategias de Inversión
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Rodolfo Navarrete - Director de Análisis y Estrategias de Inversión
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Tal como estaba programado, el jueves de la semana pasada el Banco de México publicó la minuta de su última reunión de política monetaria (8 de febrero) en la que se decidió incrementar la tasa de referencia en un cuarto de punto porcentual, para ubicarla en 7.50 por ciento. Al igual que en el comunicado, el tono de esta fue duro, además de que no ofreció ningún indicio de que pueda cambiarlo durante buena parte del presente año.

Tal como comentamos en su oportunidad (Sobrecalentamiento, 12 febrero 2017), el Banco de México se mostró particularmente preocupado por la posibilidad de que la economía entre a una zona de sobrecalentamiento, con lo que se desquiciaría la inflación. Al respecto, señaló que «ya no hay holgura en la economía» y que esta situación es la responsable de la baja velocidad con la que está convergiendo la inflación al objetivo, no sólo por las presiones de demanda que podrían estarse incubando, sino también porque podría aumentar el traspaso de la depreciación del tipo de cambio a los precios de los productos finales.

Simultáneamente, señaló que es alta la probabilidad de que el mayor estímulo de crecimiento de la economía de Estados Unidos provocado por la reforma fiscal, pueda impulsar el dinamismo de la demanda externa de México.

Una posible mayor expansión de demanda (externa) en circunstancias en «ya no hay holgura» en la economía, es una combinación peligrosa y a lo único que puede conducir es a observar mayor inflación, o, en el lenguaje más elegante del banco central, «a reducir la velocidad de caída» de la inflación.

Ya existe evidencia de que esto podría estar sucediendo. Según el banco, el costo unitario de la mano de obra ha empezado a aumentar y a revertir el comportamiento de años anteriores, por lo que en cualquier momento podría transformarse en inflación.

Ante tal escenario, los funcionarios del banco central recomendaron reforzar el carácter restrictivo de la política económica, con el objeto de contraponer a la expansión de la demanda externa una reducción equivalente de la demanda interna, de modo que al final la demanda agregada se mueva sin presionar inflacionariamente a la economía. Para ello, será necesario reducir el gasto público y/ o el gasto privado. Lo primero, a través de una política de mayor austeridad fiscal; y, lo segundo, mediante el aumento de las tasas de interés, que al encarecer el crédito interno, desaliente el gasto privado, tanto en consumo como en inversión.

Justamente, aprovechando la presencia del Secretario y del subsecretario de Hacienda en la reunión, los funcionarios del Banco de México incidieron sobre la importancia de la sostenibilidad del ajuste fiscal. Señalaron que si bien se han hecho esfuerzos para reducir las diferentes mediciones del déficit fiscal, es necesario hacer un esfuerzo mayor no sólo para alcanzar los objetivos fijados para este año, sino sobre todo para estabilizar la economía.

Se requerirá continuar con un manejo responsable de las finanzas públicas, señalaron, a través de un mayor esfuerzo por parte del Gobierno federal en la contención del gasto y una mejora de la recaudación. Es más, al menos un funcionario del banco central le dijo al Secretario de Hacienda que «en la medida en que no haya una corrección estructural de las finanzas públicas, habrá mayor presión sobre la política monetaria para estabilizar la economía». Vale decir, que si la SHCP no reduce el gasto público o eleva los ingresos, el banco central tendrá que subir la tasa de interés de referencia en una proporción mayor a la que lo haría en circunstancias en que el Gobierno restringiera el gasto.

La idea es que las altas tasas de interés, a la vez que afecten el gasto privado, eleven el costo del financiamiento de la deuda pública interna, reduciendo así el margen de maniobra del Gobierno, quien a la larga se verá obligado a restringir su gasto.

¿Qué va a hacer la SHCP? Por lo pronto nada, al juzgar por las expresiones de sus principales funcionarios, aunque más vale que estén buscando alternativas para llevar a cabo el ajuste estructural del que habla el Banxico. De lo contrario, nada bueno le esperaría a la economía mexicana.

Fuente: Reforma

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