La muerte de la reina Isabel II ha dejado muchas dudas acerca del futuro de la monarquía de Reino Unido. Una vez más, los críticos de la Corona han vuelto a poner en duda el valor de la institución y el costo que representa para el Gobierno. Sin embargo, la familia real se mantiene principalmente a través de varios negocios e inmuebles que se han ido heredando a través de los años. Algunos son propiedad privada de la realeza y pueden hacer con ellos lo que quieran, pero otros forman parte de fideicomisos que también benefician a las finanzas públicas.
Empecemos por los bienes públicos que forman parte de fideicomisos. La familia real es beneficiaria de estos ingresos, pero el destino de estos recursos ya está predeterminado. Por ejemplo, aquí tenemos al Palacio de Buckingham, el Castillo de Windsor, la residencia Clarence House y el Palacio de Holyroodhouse.
Estas propiedades están abiertas al público a cambio de un costo de admisión. En esa línea, también hay otros inmuebles que son rentados para usos comerciales y que representan la mayor cantidad de ingresos para la realeza, así como otras tierras dedicadas a la agricultura y actividades primarias.
El fideicomiso de la Corona también abarca la colección de arte de la realeza que es considerada como una de las más importantes del mundo. Aquí se pueden encontrar obras que durante más de 500 años han sido compiladas por los reyes ingleses.
Del lado de los activos privados tenemos los bienes del Sandringham Estate y Balmoral Estate. El primero abarca más de 8 mil hectáreas de las cuales la gran mayoría son tierras de cultivo, sin embargo, ciertas propiedades están abiertas al público en general, ya sea para pasear y conocer la zona, así como para rentar residencias para eventos o vacaciones. Por su parte, el Balmoral Estate hace referencia a la casa de vacaciones de la familia real en Escocia y abarca más de 20 mil hectáreas y 150 edificios. Además de usarla con motivos recreacionales, suelen rentarlo y cobrar la admisión a los turistas.
Pero si hablamos de los ingresos de la Corona, es importante hablar de la marca de la familia real que en 2017 llegó a estar valuada en 88 mil millones de dólares por la firma Brand Finance. La popularidad que gozaba Isabel II consiguió capitalizar el nombre de la Casa Real y generar dinero al vender su imagen, coberturas periodísticas y otro tipo de mercancías.
La gran duda es qué pasará con la fortuna de la reina. Sin tomar en cuenta todo lo que pertenece a los fideicomisos y cuya administración no cambiará, se estima que dejó más de 500 millones de dólares en herencia. Lamentablemente, el testamento de Isabel II no es público por lo que de momento se desconoce quiénes serán los principales beneficiados.