Ronald Reagan y Margaret Thatcher representan los rostros inaugurales de un periodo de apertura comercial y liberalización financiera que abarcó más de tres décadas, en el que la economía global estaba regida por criterios de eficiencia y productividad.
La figura de Donald Trump marca el fin de esa era y el inicio de la economía transaccional, en el que los criterios políticos de las decisiones de Estado y de política económica son prioritarios frente a los estándares meramente económicos.
El caso emblemático de este cambio estructural es el de la decisión del gobierno estadounidense de limitar la influencia de Huawei en el desarrollo de infraestructura para el despliegue de la red 5G. Esto abre oportunidades para otros jugadores, como Samsung, que ha capitalizado esta coyuntura con la firma de un contrato de 6.6 mil millones de dólares con Verizon para la construcción de su red 5G en Estados Unidos.
A pesar de que Samsung apenas cuenta con una participación de 3% en el mercado de equipo de telecomunicaciones, las sanciones que la administración Trump ha impuesto a Huawei significan una oportunidad de crecimiento relevante dado el alto nivel de concentración de la industria.
Éste es uno de muchos ejemplos de desarrollo de negocio que han surgido a partir de la creciente desagregación de las cadenas de valor, de los estándares tecnológicos y de los sistemas financieros de Estados Unidos y China.
La divergencia entre las dos primeras potencias económicas y militares significa una reingeniería radical de la arquitectura financiera y del comercio internacional.
En el 2018, Eurasia Group, una prestigiosa firma de consultoría política especializada en asuntos internacionales, presentó una serie de predicciones que, en conjunto, describen lo que su director, Ian Bremmer, bautizó como una recesión geopolítica. Una situación de cambio estructural en las relaciones internacionales con severas implicaciones para los mercados y para la economía global.
Ian Bremmer tuvo razón en algo: el marcado deterioro de la relación entre Estados Unidos y China se convirtió en la característica esencial del nuevo orden geopolítico. La dinámica de permanente tensión entre las dos principales potencias económicas y militares del mundo está redefiniendo las reglas del juego de la economía del siglo XXI. Una tendencia macro que los inversionistas no pueden perder de vista.
Fuente: VectorAnálisis
Redacción: Staff e-Vector