Este jueves 21 de junio el Banco de México dará a conocer su decisión de política monetaria. Se espera que aumente en un cuarto de punto porcentual la tasa de interés de referencia, para llevarla a 7.75%, en tanto que el comunicado que acompañe esta decisión podría ser un tanto más duro que los anteriores.
Esta decisión tendrá que ver principalmente con la materialización de uno de los dos riesgos más importantes que el banco central cree que existe: la depreciación del peso y los efectos que pueda tener sobre la inflación.
Respecto a la última reunión de política monetaria (17 de mayo), el peso se ha depreciado en más de 5.0%, mientras que en relación a la reunión anterior a ésta (12 de abril), la depreciación acumula más de 14%, siendo una de las monedas que más se ha depreciado dentro del grupo de países emergentes.
En lo fundamental, este comportamiento ha obedecido al desenlace de la relación comercial de México con Estados Unidos, incluido el fracaso de las negociaciones del TLCAN, y a la política monetaria estadounidense, misma que, como habíamos comentado la semana pasada, transcurre por dos canales, el de las tasas de interés y el de la reducción de la hoja de balance. Es probable que el riesgo político y de política relacionados con las elecciones presidenciales del 1 de julio ya haya sido incorporado de manera paulatina en el nivel de las principales variables financieras mexicanas, por lo que los movimientos del peso en las últimas semanas poco tienen que ver con esta variable.
La inflación está mostrando algunos indicios de que está rebotando, a consecuencia principalmente del traspaso de la depreciación a la inflación. El ligero cambio en el comportamiento de la inflación de mercancías no alimenticias y el rebote de la inflación al productor así lo corroboran. Por su parte, las expectativas inflacionarias, al parecer, también empezaron a reaccionar.
¿Cuál es la perspectiva del peso? Todo parece indicar que seguirá resintiendo presiones. No sólo por las noticias que vayan apareciendo respecto a la relación comercial entre México y Estados Unidos, que hasta el día de hoy ha sido la principal razón de la depreciación cambiaria, sino también por los efectos de la política monetaria del FED americano.
Adicionalmente, cabe mencionar que en los últimos dos meses se ha agregado una variable relacionada con dicha política monetaria, que es el contagio que puede provocar la depreciación de algunas monedas de países emergentes sobre el peso mexicano.
Las monedas de Argentina, Brasil, Turquía y Sudáfrica, entre otras, han registrado fuertes depreciaciones que amenazan el comportamiento de las monedas de países más estables. Si se tiene en cuenta que es probable que el FED siga aumentando la tasa de referencia y siga retirando dinero para balancear su hoja, deberá sostenerse este proceso de salida de capitales de países emergentes, por lo que no sería extraño que algunos caigan en crisis económicas o financieras.
En sentido contrario, en el corto plazo, es probable que el peso observe una relativa apreciación en la medida en que se acerque la fecha de las elecciones presidenciales, toda vez que finalmente quedará despejada la incógnita de quién va a ganar, y es probable que lo haga con suficiente claridad como para no provocar dudas sobre los resultados.
Posteriormente, en el mismo ámbito de la política el peso se mantendrá a la expectativa de nueva información, solo que esta vez relativa al futuro de la política macroeconómica mexicana.
Director de Análisis y Estrategias de Inversión Vector Casa de Bolsa.
Autor: Rodolfo Navarrete Varga