Los mercados financieros se encuentran en un periodo de incertidumbre similar al de los meses posteriores al colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008: el estrés financiero había pasado el punto de mayor alcance, pero los agentes económicos todavía mostraban dudas sobre la profundidad de la recesión.
En un contexto de mayor resiliencia financiera, con bancos mejor capitalizados, reguladores que aprendieron de la experiencia de la crisis anterior y con bancos centrales dispuestos a desplegar programas de inyección de liquidez, los inversionistas intentan descifrar una coyuntura que se debate entre lo que BCA Research describe como la profunda depresión de las expectativas de inflación de largo plazo en Estados Unidos (proxy de las proyecciones de crecimiento económico) y un mercado accionario que, a diferencia de la economía real, presenta una recuperación en forma de “V”.
Los índices bursátiles americanos representan el benchmark de los instrumentos de mejor rendimiento en el mercado, de acuerdo al consenso de analistas. Sin embargo, esta aseveración tiene un matiz regresivo: las firmas del S&P 500 con el valor de capitalización de mercado más alto y que presentan las valuaciones (relación precio/ganancias) más caras registran el mejor desempeño.
El precio de la acción del top 10 de las compañías del S&P 500 ha crecido 9.6% en lo que va del año, lo cual contrasta con un rendimiento negativo de -11 por ciento del benchmark y de -38.5% de las 50 firmas con el menor valor de capitalización de mercado del índice. Para John Authers, el comentarista veterano de mercados financieros de Bloomberg, este fenómeno refleja la preponderancia del análisis de momentum sobre el análisis de valor de los acciones.
La tesis encuentra refuerzo en las minutas del Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal, que apuntan hacia una continuación de los programas heterodoxos de compra de activos. En relación a diciembre de 2019, la oferta monetaria (M2) en Estados Unidos ha crecido 17.4%. En Europa, el banco central está inyectando alrededor de 150 mil millones de euros al mes al sistema financiero a través de una política de relajación cuantitativa. Ambos fenómenos ponen de relieve el momento excepcional de los mercados financieros.
No obstante, el funcionamiento relativamente ordenado de los mercados de crédito, renta fija y renta variable no empata con el marcado deterioro de la economía real, particularmente en los mercados emergentes. En México, la inversión fija bruta colapsó 37% en abril en relación al mismo mes del año anterior. Esto ha generado una profunda sensación de disonancia cognoscitiva que se ha traducido en incertidumbre para los tenedores no residentes de bonos y acciones mexicanos.
En este contexto, una estrategia de cautela implica apegarse a instrumentos de corto plazo, privilegiar las posiciones en dólares y reducir la exposición a activos de largo plazo, así como a bonos y acciones de mercados emergentes, europeos y asiáticos.
Fuente: VectorAnálisis
Redacción: Staff e-Vector