¿Qué tienen en común los bonos verdes utilizados para financiar el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, la inyección de capital implementada en ICA poco antes de que la constructora fuera declarada en concurso mercantil y la debacle de los CKDs emitidos por la firma de servicios petroleros Oro Negro? Que los tres proyectos terminaron en desastre. Y los tres fueron respaldados con dinero de las Afore.
Esto no sólo pone de relieve el fracaso absoluto de la estructura de gobierno corporativo de prominentes empresas que cotizan bajo las reglas y regulaciones del mercado de valores, sino que arroja luz sobre la importancia del capital de las Afore para el sistema financiero mexicano, particularmente para el mercado bursátil.
La pérdida de millones de dólares del retiro de los trabajadores es una oportunidad para centrar la conversación en el hecho de que el dinero de las Afores se ha convertido en la principal fuente de capital de la Bolsa Mexicana de Valores. Un reporte de Grupo Financiero Banorte, citado por el diario El Economista, refiere que la participación de estos fondos en empresas
públicas representa el 4% del valor de capitalización de mercado de las compañías del Índice de Precios y Cotizaciones (IPC).
Al cierre de agosto de este año, había 644 mil millones de pesos de las Afores disponibles para invertir en el mercado de valores. No obstante, la cifra ha ido a la baja. En comparación con agosto de 2018, el monto presenta una caída de 11.36%.
La dinámica está fuertemente correlacionada con el pobre desempeño de la bolsa de valores: el IPC ha perdido más del 8% de su valor en el último año.
La aversión al riesgo de los administradores de estos fondos se ha vuelto patente en la composición del portafolio global en el que está invertido el dinero de los trabajadores mexicanos: sólo el 5.6% de este capital (3.79 billones de pesos) se ha destinado a activos de renta variable nacional, en contraste con los más de 2 billones de pesos colocados en activos de deuda gubernamental (alrededor del 55% del portafolio global).
La estrategia adquiere una dimensión aún más defensiva si se considera que el tope de inversión en acciones nacionales es de hasta 45% del portafolio.
El consenso de analistas explica este fenómeno en función de dos factores: la incertidumbre del entorno, marcada por la tensión comercial entre China y Estados Unidos, y una dinámica de toma de utilidades en los últimos meses.
En cualquier caso, eso no explica si las Afores han encontrado poco atractiva una oferta de inversión que produce, de manera sistemática, escándalos del nivel de la liquidación de los bonos del NAIM, de la crisis de ICA o el desmantelamiento de Oro Negro.