En los últimos 40 años, el crecimiento económico de China ha sido tan grande como constante. Sin embargo, diferentes indicadores sugieren que el mejor momento del gigante asiático ya quedó en el pasado.
La recuperación de la pandemia se ha tardado más en llegar por la implementación del polémico programa ‘Cero COVID’ del Gobierno. Asimismo, el país arrastra varios problemas estructurales derivados de políticas públicas cuestionables que han provocado el envejecimiento y disminución de su población trabajadora, así como bajos niveles de productividad.
Al ser la segunda economía más grande del mundo, la crisis de China representa un problema para todos.
¿Por qué es importante?
- China es el principal socio comercial de más de 120 países y regiones, el tamaño de su economía es de más de 17.7 billones de dólares y es el segundo destino con mayor Inversión Extranjera Directa sólo por detrás de Estados Unidos.
- La caída del crecimiento chino conlleva una baja en la demanda global. Similar a lo que sucede con Estados Unidos, sus problemas representan un obstáculo para la mayor parte de los países. El efecto dominó de la globalización exige replantear lo que vemos en Asia.
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En los últimos 40 años, China ha crecido en promedio un 9 por ciento del PIB anual de manera constante. Con esto ha conseguido sacar de la pobreza a más de 800 millones de ciudadanos y convertirse en uno de los principales motores del mundo.
Hoy en día, el panorama es muy distinto. Existen dos grandes factores que explican la desaceleración económica de China.
Por un lado tenemos la parte doméstica. El Gobierno de Xi Jinping implementó la política de ‘Cero COVID’ para combatir la pandemia, pero sus drásticas medidas de aislamiento provocaron una recuperación más lenta que en el resto del mundo. Aunado a esto, la población trabajadora ha estado disminuyendo en los últimos 10 años y en 2022 registró su primera caída poblacional de la era moderna.
Por otro lado tenemos los factores internacionales. La desaceleración generalizada del mundo y los conflictos políticos con Estados Unidos y Occidente se han convertido en obstáculos difíciles de superar.