Mucho antes que los grandes fondos se enfocarán en el análisis cuantitativo y el uso de algoritmos y herramientas sofisticadas para generar retornos en el mercado, estaba Jim Simons.
En 1978, Simons era director del departamento de matemáticas en una prestigiosa universidad, pero también quería ser rico así que decidió abrir una pequeña oficina para empezar a invertir en Bolsa.
La llamó Monemetrics.
En aquellos tiempos todavía se creía que los altibajos del mercado eran fundamentalmente aleatorios y que las inversiones se realizaban por mera intuición.
Pero esa aleatoriedad de los movimientos bursátiles lo frustraba y, al fin matemático, empezó a obsesionarse por encontrar un patrón.
Durante años se dedicó a dar con la fórmula para predecir el comportamiento de la bolsa.
En 1982 él y Leonard Baum, un especialista en predicciones en escenarios caóticos, intentaron implantar un modelo cuantitativo basado en sus modelos matemáticos.
Para hacerlo fundaron Renaissance Technologies.
Al no encontrar la fórmula, Baum decidió renunciar, pero Simmons se dio una nueva oportunidad.
“No quiero preocuparme del mercado cada minuto. Quiero que estos modelos hagan dinero mientras yo estoy durmiendo”, decía.
Así que contrató a un pequeño ejército de físicos, programadores, criptógrafos y lingüistas computacionales para desarrollar algoritmos capaces de predecir las fluctuaciones del mercado.
Con el tiempo Renaissance consiguió demostrar la hipótesis: la estructura oculta estaba ahí.
Ahora es uno de los hombres más ricos del mundo y su fondo de inversiones Renaissance Technologies tiene uno de los mejores desempeños de un fondo de inversiones en la historia.
Según el diario New York Post, el fondo bursátil maneja 130 mil millones de dólares en su cartera de inversiones.
Su método ha revolucionado las finanzas, pero dicen que la fórmula para hacerlo es más secreta que la de la Coca-Cola.
