En estos días, además del #PrayForUkrania, la conversación giró mucho en torno a una palabra casi impronunciable: gentrificación.
Un tuit de Becca Sherman, una norteamericana que trabaja desde su casa en la colonia Roma de la CDMX, encendió las redes y puso en la mira la conversación sobre el tema.
Pero no solo el de la gentrificación, si no el de los extranjeros que se van a vivir a la CDMX, trabajan a distancia, ganan en dólares o en euros y no pagan impuestos.
De acuerdo con el SAT, los extranjeros no residentes tienen obligaciones fiscales en México solo cuando obtengan ingresos de alguna fuente de riqueza ubicada en territorio nacional, o cuando reciban ingresos que deriven de un establecimiento permanente aquí.
Es decir, si hacen homeoffice y les paga su empresa desde el extranjero, no deben pagar nada a nuestro país.
En cambio, su llegada gentrifica determinadas zonas, pues comienza a transformar la fisonomía urbana y social del lugar y esos cambios provocan un desplazamiento de la población que ahí radicaba, por población con mayor poder adquisitivo.
Eso, a su vez, causa que los alquileres, la comida, los servicios de salud aumenten sus costos y solo sean asequibles para un porcentaje mínimo de la sociedad.
Por eso, muchos criticaron las facilidades que el gobierno mexicano da a los extranjeros estadounidenses o europeos para que ingresen al país y puedan trabajar desde acá.
Porque una vez que lo ha decidido, cualquier extranjero puede entrar a México con tan solo tener su pasaporte y tramitar una visa temporal, para la cual solo debe acreditar que recibe ingresos y pagar 48 dólares.
El grave problema de la gentrificación es que, además, ayuda a que sigan incrementando las burbujas inmobiliarias y vulnera el punto 11 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“Todo ser humano tiene derecho a habitar en una ciudad o comunidades sostenibles, por lo cual, es obligación de todos los Estados lograr condiciones de inclusión, seguridad y resiliencia para toda su ciudadanía”.
De acuerdo con datos del Instituto de Vivienda de la CDMX, los promedios de las rentas en la capital rebasan los 10 mil pesos llegando incluso hasta los 90 mil, y si tenemos en cuenta que el trabajador promedio mexicano recibe entre 6 mil y 8 mil pesos mensuales, la situación es absurda.