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¿Estamos a tiempo de parar “la gran renuncia”?

Staff e-Vector
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La cifra de renuncias voluntarias tocaron máximos históricos que suman alrededor de 4.5 millones de bajas, dando pie a un movimiento llamado “la gran renuncia”.

Han pasado casi 2 años desde que un pequeño virus nos cambió todo.

Dos años en los que tuvimos que aprender nuevas formas de trabajar, de consumir, de viajar… de ser. 

Pero también, aprendimos a valorar lo que realmente importa. Aprendimos que no necesitamos una oficina para ser efectivos y que nuestro tiempo es más valioso que un buen sueldo.

No por nada, en Estados Unidos un porcentaje muy importante de ejecutivos y profesionales de todos los niveles comenzaron a renunciar a sus empleos. Esto dio pie al nacimiento de un movimiento llamado “la gran renuncia”.

De acuerdo con un reporte de The Economist, la cifra de renuncias voluntarias tocaron máximos históricos desde que hay registros y suman alrededor de 4.5 millones de bajas. 

Las principales razones de los trabajadores para dejar las empresas fueron la obligatoriedad al regreso presencial, los horarios, las condiciones sanitarias, los ambientes tóxicos y la mala relación con el jefe inmediato.

¿No existían esas condiciones antes de la pandemia?

Probablemente sí, pero la llegada del Covid-19 fue la gota que derramó el vaso. 

Fue el parteaguas en el que miles de trabajadores hicieron una pausa para valorar si tenía sentido seguir soportando ese tipo de circunstancias.

Una encuesta realizada a más de 30 mil trabajadores mundiales descubrió que el 41% se planteó no sólo renunciar a su trabajo sino incluso cambiar de profesión.

Y según un estudio hecho por Microsoft, más del 74% de los empleados prefieren renunciar antes de regresar a sus lugares de trabajo. 

De acuerdo con algunos expertos, este fenómeno también tiene mucho qué ver con la Generación Z y su disruptiva manera de manejarse en el ambiente laboral. 

No están dispuestos a tolerar a ninguna empresa que violente el mínimo de sus derechos y que no tienen miedo a dejar de prestar sus servicios a la mínima provocación.

Pero en México la gran renuncia aún no llega con tanta fuerza y las empresas están a tiempo de tomar cartas en el asunto. De cambiar sus políticas internas y entender que cada vez son más las personas que reflexionan sobre el papel que tiene el trabajo en sus vidas.

Cada vez, más personas evalúan cómo afecta su vida laboral a su salud mental.

Por eso, es fundamental que las empresas comiencen a tomar en serio el bienestar emocional de sus trabajadores, pues será esa la única forma no solo de mantenerlos productivos, sino también dentro de la empresa. 

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