Esto va de ahorrarte el inventario y cuando vendes un producto, lo compras a un tercero y éste lo envía directamente a tu comprador. Pongamos un ejemplo: compramos una mochila en Aliexpress que cuesta 100 pesos, pero la colgamos en nuestra tienda en línea 150 pesos. Una vez que alguien nos la compra, la pedimos en Aliexpress y ponemos la dirección del comprador.
Ganamos 50 pesos sin hacer nada más que unos cuantos clics. De las fábricas de China directamente a las manos del cliente.
Este sistema se ha extendido mucho recientemente, sobre todo entre la generación Z, los hermanos pequeños de los millennials ya que el formato permite que cualquiera gane dinero trabajando desde la comodidad de su hogar con total autonomía, con costos muy bajos y un alto nivel de automatización.
Suena perfecto, sobre todo en medio de un panorama laboral poco alentador y una alta tasa de desempleo juvenil. Pero si algo demasiado bueno para ser real, probablemente no lo sea.
La publicidad, especialmente en las redes sociales, es fundamental para cualquier negocio online; el sitio de la tienda tiene que recibir más tráfico y visibilidad que el del fabricante.
¿Y cómo haces para tener más visitantes que Aliexpress?
Si ven antes la web del fabricante, que vende más barato, no te comprará nadie.
Además, está el asunto de las reglamentaciones. Si decides incursionar en este modelo de empresa, habrá que darse de alta como vendedor autónomo, declarar el negocio, conocer y cumplir con la Ley de Protección de Datos, y ofrecer una garantía al consumidor, entre otros temas.
A todo eso, hay que agregar los muy bajos márgenes de ganancia para cada producto, por lo que para que sea realmente rentable debes lograr volúmenes de ventas muy grandes.
Rowland Saer, un especialista en e-commerce con amplia experiencia en dropshipping, asegura que con este esquema de negocios se puede ganar dinero en un momento muy concreto, pero no a medio o largo plazo.
Porque, la verdad es que, aunque suene muy moderno, el dropshipping se parece mucho al modelo tradicional que los de las generaciones anteriores conocimos como comisionistas.
“El modelo implica renunciar a tu marca. Vendes lo de otros, con su logotipo, y tú desapareces, solo cobras una comisión. No existes, no tienes ningún valor porque tus clientes son de otro”, explica Saer.
Finalmente, el modelo puede funcionar más como una prueba de mercado para ver si un producto tiene demanda, pero vivir de eso… mmm no lo creo.
Redacción: Staff e-Vector