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Cómo opera Blackrock, la firma más poderosa de Wall Street

Staff e-Vector
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Larry Fink, el CEO de Blackrock, es el entrepreneur más exitoso de Wall Street. Ésta es la valoración que ha hecho el semanario The Economist, que compara la trascendencia de este financiero con los logros de Reed Hastings, de Netflix, o de Elon Musk, de Tesla.

Larry Fink, el CEO de Blackrock, es el entrepreneur más exitoso de Wall Street. Ésta es la valoración que ha hecho el semanario The Economist, que compara la trascendencia de este financiero con los logros de Reed Hastings, de Netflix, o de Elon Musk, de Tesla.
 
El “buen oligarca”, como se le conoce a Fink en los círculos políticos y empresariales de Estados Unidos, es el hombre al mando de la firma de administración de activos más grande del mundo. Blackrock gestiona 6 billones de dólares en activos y cuenta con un valor de capitalización de mercado de 72 mil millones de dólares.
 
Este monstruo de Wall Street no sólo es notable por su magnitud o influencia, sino porque su modelo de negocios refleja un cambio de tendencia trascendental en la manera de invertir. En la última década, un periodo marcado por la resiliencia de la economía y los mercados a la crisis global de 2008, los flujos de inversión migraron de fondos con estrategia de administración activa a fondos con estrategia de administración pasiva.  Aquí reside el éxito de Blackrock. Resumido por The Economist, las ventajas comparativas de la firma están en su poder computacional, sus tarifas bajas (0.2% en promedio) y sus economías de escala. A diferencia de los hedge funds, la compañía de Fink no basa su estrategia de inversión en el apalancamiento. El
crecimiento inorgánico de Blackrock, casos como la adquisición del fondo de inversión de Barclays, se han financiado con emisiones de capital.
 
Conocer a Larry Fink es imperativo para cualquier ejecutivo de una empresa multinacional. El alcance de Blackrock lo ha llevado a tener una tenencia accionaria promedio del 5 al 7 por ciento en las grandes compañías públicas. Aunque la estrategia de la firma no se basa en realizar campañas de activismo en los consejos de administración, la presencia de Blackrock es imposible de ignorar.
 
En México, el protagonismo de la firma de gestión de activos más grande del mundo es cada vez más evidente. Larry Fink comió más de una vez con el  ex Presidente Enrique Peña Nieto en Los Pinos y se reunió con Andrés Manuel López Obrador durante el proceso electoral de 2018. Recientemente, “el buen oligarca” le envió una carta al Presidente señalando su renovado compromiso con el desarrollo del país.
 
La intención es clara. Blackrock tiene intereses significativos en México, particularmente en el sector energético: cuenta con una participación en el gasoducto Los Ramones II y capitalizó la venta de Sierra Oil, la primer compañía privada en obtener una licitación para exploración y desarrollo de campos petroleros en el país.
 
Las conexiones de la firma en México también son de alto perfil: Marco Antonio Slim, el CEO de Inbursa, es parte de su consejo de administración y Gerardo Rodríguez Regordosa, ex subsecretario de Hacienda, es uno de sus ejecutivos clave para América Latina. Cuando se escriba la crónica del capitalismo del siglo XXI, indudablemente se nombrará a Blackrock como uno de los jugadores centrales del sistema financiero global.

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