En el Informe de la Inflación dado a conocer la semana pasada, el Banco de México se mostró especialmente preocupado por la inflación. Reconoció que el camino hacia la convergencia al nivel objetivo de 3.0 por ciento anual va a ser difícil, por lo que a la vez que insistió en mantener una postura monetaria restrictiva, decidió alargar una vez más el plazo para tal convergencia, esta vez hasta el segundo trimestre de 2019.
Pero no solo eso, el Banxico se ha encargado de aclarar que dicha convergencia está sujeta a una serie de condiciones: i) que no se registre una depreciación adicional de la moneda nacional; ii) que no ocurran nuevos episodios desfavorables de choques en los precios de los bienes agropecuarios; iii) que no se presenten alzas importantes en los precios de algunos energéticos; y iv) que pese a que la economía no observa condiciones de holgura, especialmente en el mercado laboral, no se presenten aumentos los costos unitarios de la mano de obra.
¿Cuál es la probabilidad de que se den estas condiciones?
A primera vista, parece que es baja, por lo que el Banxico tendrá que seguir con su política de seguir aumentando la tasa de interés de referencia, alargar el plazo para la convergencia de la inflación al 3.0 por ciento, y, en un descuido, hasta modificar la tasa de inflación objetivo. Veamos.
Como se sabe, al menos hay tres o cuatro factores que podrían incidir fuertemente en el comportamiento del tipo de cambio en los próximos meses. Entre los más importantes se pueden mencionar el desenlace del proceso de negociación del TLCAN; las acciones más o menos restrictivas de política monetaria en los Estados Unidos en circunstancias en que al parecer la economía se encuentra en pleno empleo; la posibilidad de observar condiciones más restrictivas en los mercados financieros internacionales; la volatilidad que podría acompañar el proceso electoral de 2018; y un posible mayor deterioro de los balances mexicanos con el exterior, esto, a raíz de las muy malas cifras del balance comercial de enero.
Sobre el precio de los productos agropecuarios no se puede decir mucho porque depende fundamentalmente de fenómenos climatológicos, salvo que el fenómeno de El Niño está provocando sequías en el hemisferio sur, mismas que podrían anticipar similares comportamientos en el hemisferio norte.
Respecto a los energéticos, como en el caso del resto de materias primas, sus precios dependen entre otras variables del crecimiento económico mundial. De acuerdo con las estadísticas del FMI, este y el próximo años serán buenos para el crecimiento global, por lo que cabría esperar que la demanda mundial de materias siga aumentando y con ello sus precios, tal como hoy en día se viene observando, aunque de manera incipiente.
Finalmente, al parecer la economía mexicana resentirá en los próximos meses un choque positivo de demanda vía el incremento de las exportaciones que provocaría el mayor dinamismo económico estadounidense a consecuencia de la reducción de los impuestos. Tal presión, en circunstancias en que ya no hay holgura en la economía mexicana, podría alentar el crecimiento del costo unitario de la mano de obra y con ello la inflación. Cabe mencionar al respecto que dicha medición en el sector manufacturero mexicano pasó de 92.5 a finales de 2013 a prácticamente 100 en diciembre del año pasado. Se entiende que niveles por encima de 100 indican la presencia de presiones sobre la inflación, dado que los incrementos salariales no estarían siendo acompañados por incrementos correspondientes en la productividad de la mano de obra.
En función de estos elementos es alta la probabilidad de que la inflación siga dando que hablar, por lo que no debe descartarse el observar más alzas de las tasas de interés.
Director de Análisis y Estrategias de Inversión Vector Casa de Bolsa.
Fuente: Reforma