Cuando la Bolsa Institucional de Valores (BIVA) inició operaciones en julio de 2018, el ahora subgobernador de Banco de México, Jonathan Heath, preguntó:
“¿Es necesaria? Si de por sí, la BMV es bastante pequeña comparada con otros países”.
Este estigma, de que es contraproducente tener dos mercados de valores en un país con un desarrollo financiero tan limitado como México, ha acompañado a BIVA desde su nacimiento.
José Oriol Bosch, CEO de la Bolsa Mexicana de Valores, principal competidor de BIVA, argumenta que la entrada de un nuevo jugador al mercado de emisión de capital ha encarecido los costos de operación de la industria.
Sin embargo, María Ariza, la directora general de BIVA, disputa esta versión. Desde el inicio, el objetivo de esta compañía fue ofrecer una opción de avanzada tecnológica para hacer frente al monopolio de la BMV en el sector. Según Ariza, en un año, BIVA logró captar una participación del 10% del mercado bursátil y colocar emisiones de deuda por 50 mil millones de pesos.
Ahora, la compañía está gestionando la que podría ser su primer oferta pública inicial de 2019. Esta operación tiene el potencial mediático de convencer a las empresas mexicanas con perspectivas de crecimiento de que la entrada de BIVA no ha encarecido los costos de capital, sino al contrario, que ofrece una ventaja comparativa en relación al modelo tradicional de la BMV.
No obstante, hay un factor exógeno que determinará en gran medida la capacidad de colocación de BIVA: las condiciones del mercado. En los últimos doce meses, el Índice de Precios y Cotizaciones ha perdido el 16.61% de su valor. En definitiva, éste ha sido uno de los peores años para el mercado accionario mexicano en el periodo posterior a la crisis global de 2008.
En ese sentido, la directora general de BIVA advierte que “lo importante para el gobierno es seguir con una política fiscal y monetaria responsables, que genere condiciones de inversión necesarias para continuar atrayendo capitales nacionales e internacionales a empresas y proyectos en el país”. Ariza, entiende la importancia del sentimiento de riesgo que prevalece en los mercados financieros globales. Esto, en última instancia, podría determinar el éxito o fracaso de esta apuesta en desarrollo llamada BIVA.