Hace casi 20 años, el 1 de julio de 2003, Elon Musk fundó Tesla con un objetivo en mente: revolucionar el mercado de los automóviles con vehículos eléctricos. Aunque todavía esta visión no se ha cumplido (estos coches sólo representan el 4.6 por ciento del mercado estadounidense), todo parece indicar que se encuentra a la vuelta de la esquina.
De acuerdo con datos publicados por Experian, una empresa multinacional de informes de crédito al consumo, el registro de autos eléctricos en Estados Unidos aumentó un 60 por ciento en el primer trimestre del año. Como era de esperarse, Tesla (que tiene el 80 por ciento del mercado) está en la cima de la lista, pero otras compañías automotrices, como Kia, Ford y Hyundai, están haciendo su lucha.
De acuerdo con los analistas, el aumento puede ser explicado por los altos precios de la gasolina que se encuentra en su nivel más alto de la historia debido al conflicto armado en Ucrania. A esto hay que sumarle los incentivos que algunos gobiernos locales otorgan al momento de comprar vehículos menos contaminantes. En otras palabras, los autos eléctricos están dejando de ser una opción que sólo pueden pagar los más ricos para convertirse en una alternativa más económica para todos.
Sin embargo, para entender este fenómeno también es importante tomar en cuenta otra pieza clave: la apuesta de la industria automotriz tradicional. Según el Fondo para la Defensa del Medio Ambiente, con sede en Nueva York, alrededor de 12 fabricantes estadounidenses tienen previsto invertir unos 75,000 millones de dólares en plantas de coches eléctricos.
Esto no se limita al país vecino. A nivel mundial la industria está gastando más de 515,000 millones de dólares con vistas a 2030 cuando se espera que haya más de 100 modelos eléctricos en el mercado.
Los problemas que se avecinan
Si bien cada día hay más demanda y oferta de autos eléctricos, para que su uso se expanda por el mundo primero es necesario resolver algunos obstáculos. El más grande de todos son las estaciones de carga, las futuras “gasolineras”, y el riesgo que pueden suponer a la red eléctrica de un país o región. Incluso en California, donde Tesla ha hecho grandes inversiones, el tema sigue siendo un dolor de cabeza para las autoridades.
El otro problema son los materiales que se necesitan para este tipo de vehículos. Hoy en día seguimos batallando para producir los chips necesarios y satisfacer la demanda mundial tras los estragos que ha dejado la pandemia en la cadena de suministros. Al mismo tiempo, los autos eléctricos necesitan de una gran producción de baterías que no tenemos actualmente.